El pistolero de cabello blanco by Raf Segrram

El pistolero de cabello blanco by Raf Segrram

autor:Raf Segrram
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
publicado: 1971-12-14T23:00:00+00:00


Capítulo VI

LA noticia tardó poco en extenderse. Fue un vaquero del rancho de Alina quien la dio. Pretendió ver al sheriff para hacerle llegar comida al preso y encontró a aquél, como asimismo al ayudante, luchando por soltarse de las ligaduras que les inmovilizaban. Ambos tenían ensangrentada la cabeza, aunque las hemorragias se habían cortado por coagulación.

El vaquero llamó a voces desde la puerta y no tardaron en acudir algunos de los que hacían guardia, apostados en los alrededores, precedidos por Alina.

Alguien se metió en el pasillo y salió a poco dando gritos:

—¡Clark no está! ¡Se lo han llevado!

La consternación fue general, seguida de indignación estruendosa. No faltaban los que proponían el linchamiento del sheriff y de su ayudante.

—¡Quietos todos! —exigió, imponiéndose, la hermosa ranchera—. Oigamos lo que digan estos hombres.

Dio el ejemplo quitando la mordaza a Allison, mientras el que estaba más cerca del ayudante hacía a éste lo mismo.

Ni uno ni otro pudieron hablar en los primeros minutos. Tenían la boca seca y dolorida. Les dieron agua y resignáronse a esperar. Por fin se encontraron en condiciones de explicarse y lo hicieron, aunque trabajosamente.

Nadie dudó de que el ataque había sido obra de los secuaces de Danfield por mandato de éste. El sheriff, a quien por fin quitaron las ligaduras como igualmente al ayudante, obedeciendo exigencias de Alina, no se atrevió a acusarle, pero tampoco lo desmintió.

De la calle acudía público hasta llenar el local y agolparse a la puerta los que no cabían.

Se hablaba de represalias inmediatas:

—¡Muera Wallace Danfield!

—¡Prendamos fuego a su rancho!…

Consiguió Alina imponerse:

—¡No sean ustedes insensatos! Lo que Danfield quisiera sería que tratásemos de ir contra su persona o sus intereses para cargarse de razón ante las autoridades superiores. ¡Probablemente asesinaría entonces a Clark Bradley!

Aunque algo apaciguados los ánimos, pues el respeto que inspiraba la mujer era grande, brotaron preguntas:

—¿Cree que no lo habrá hecho ya?

—¿O que no lo hará de todas las maneras?

Contestó ella, firme:

—Es demasiado listo para echarse encima ese cargo después de lo que se ha armado.

—Seguramente contó con todo este jaleo y, sin embargo, no se ha contenido —replicó uno.

Y otro:

—Si no tratara de matarlo, en el supuesto de que esté aún vivo, ¿para qué iba a haber ordenado que lo raptaran?

Protestaron algunos impacientes, asegurando que se estaban excediendo en comedimiento y haciendo votos por la acción directa inmediata.

Allison, que bramaba de ira y quería a toda costa desquitarse, exclamó:

—¡Me ofrezco para resolver la papeleta! Pueden ustedes acompañarme. Me da lo mismo que vengan todos o una comisión.

—¡Yo también voy! —rugió el ayudante.

Las palabras de ambos fueron acogidas con recelo¡pero Alina lo disipó:

—¡Aceptado! ¡Ustedes representan la ley y ello evitará que nuestros actos puedan considerarse delictivos! ¡Si así no fuera, si se colocaran contra nosotros, nada ni nadie les libraría de caer atravesados por las balas!

—¡Conforme! —aceptó Allison.

Ni él ni su colaborador quisieron entretenerse en que les curaran. Las heridas no eran de consideración y juzgaron más apremiante lo demás.

Pronto hubo caballos disponibles y emprendieron la marcha hacia el rancho Estrella.

Se habían juntado más de cincuenta hombres.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.